Velar una imagen es invocar una mirada que ve y no ve, llena de excesos y de carencias; pero es también mantenerse en vela junto a ella, como si fuera un cuerpo desfalleciente, acechado por la muerte. El motivo artístico de la pietà ha encarnado esa amorosa labor de resguardo: impronta de un cuerpo caído, de la memoria de una pasión que recupera la mortalidad como condición de la existencia, invita a pensar la imagen misma como una sepultura simbólica que cobija la ausencia y retarda la desaparición. Con la mirada luminosa y parpadeante de su escritura, Paz López persigue en este libro el gesto piadoso de esa madre, el inclinado sesgo de su cabeza, el repliegue de su mirada, el apego al cuerpo de su hijo en trance de caer. Y la encuentra, no por nada, en el arte chileno producido sobre todo en Dictadura, como una forma de saber acerca de la muerte que permanece abierta a lo real, al dolor al drama de la historia. En cada uno de estos ensayos críticos, esas figuras de la pietà vuelven a ser abrazadas, cauteladas con amor.